domingo, 13 de enero de 2008
¿No se adapta a la guardería?
Todos los cambios son difíciles. Si lo son para los adultos,que tenemos conocimientos y recursos, ¡imagínate para un niño de dos años!
Desde que nació, el niño ha estado protegido y aprendiendo con su entorno familiar más cercano y ahora se ve obligado a pasar muchas horas en un lugar completamente desconocido y, de entrada, hostil.
* Respeta su carácter. Cada niño tiene su carácter y no se relaciona de la misma manera con los demás. Así como hay niños que enseguida se llevan bien con los demás, los hay que no consiguen compartir espacio y buscan el contacto con un adulto para sentirse seguros. En la guardería no están los adultos en los que más confía, quizás los únicos, sus padres, así que es lógico que, de entrada, se sienta algo perdido.
* Deja que exprese sus emociones. Las lágrimas y los gritos de los niños son un vehículo de descarga emocional. Aunque a los adultos nos cueste esfuerzo reaccionar con calma ante la intensidad de algunas reacciones, deberíamos pensar que es mejor que el niño tenga una reacción de este tipo que la opción de reprimir sus emociones ante una situación dolorosa. No le preguntes qué le pasa, simplemente acompáñale en ese momento, con serenidad.
* Busca una relación estrecha con el/la educador/a. En el fondo siempre debería ser así. Ell@s les ven más horas al día que sus propios padres y, tenlo por seguro, presenciarán algunos hitos en su desarrollo antes que éstos. Cuando dejes al niño en la guardería quédate a hablar con él/ella delante de tu hijo. Es importante que os vea comunicaros con buen humor y complicidad, que se dé cuenta de que os conocéis bien: así confiará más y cogerá seguridad.
* Comenta con él/ella el día a día. No te dé apuro, porque lo que más necesitas es saber cómo se queda cuando le dejáis allí o cuáles son sus reacciones durante el día. De esta manera podrás tomar las decisiones que sean necesarias: organizártelo para que coma en casa de la abuela, dejarle allí cuando ya esté aquel niño con el que parece hacer buenas migas... Pero si le cuesta mucho, muchas de las medidas que tomes tendrán algo que ver con pasar menos horas allí.
* Procura eliminar tu angustia. Desahogarte, compartir tus preocupaciones o escuchar otras experiencias te ayudará a sentirte mucho mejor. En primer lugar, sufrirás menos y verás que lo que os ocurre a vosotros pasa también en otras casas (y se supera). En segundo lugar, si te lo tomas con más calma, tu pequeño te lo agradecerá, porque si a su desasosiego añades el tuyo la cosa puede tener difícil solución.
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