sábado, 12 de enero de 2008

Cuando descubren la magia de las palabras

Adecuarse a su lenguaje:
Esto quiere decir adaptar las palabras y la extensión de las frases al vocabulario del niño. Por ejemplo puedes decirle: ¿sabes qué ha hecho tu mascota hoy? Se ha caído así (haz la mímica de caerte). Mediante estos diálogos divertidos el niño aprende a compartir experiencias, sentimientos y hechos de la vida cotidiana con humor, además de disfrutar de su capacidad para comunicarse verbalmente.

Hablar con ellos y no a ellos:
Existe una gran diferencia entre hablar con un niño y hablarle a un niño. Mientras que en el segundo caso lo que más se le dicen a un niño son consejos, advertencias y recomendaciones, en el primero se intercambian ideas, proyectos, planes y sentimientos. Por ejemplo, preguntadle a qué ha jugado con sus amigos, qué ha comido si no lo ha hecho con vosotros. Las preguntas siempre dan buen pie para el inicio de una conversación.

Él habla a todas horas:
No significa que los padres deban estar escuchándole atentamente las veinticuatro horas. Sólo cuando él se dirija a uno o a ambos, o bien cuando manifieste algún comportamiento destinado a llamar la atención.

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